CONCURRENCIA

Dios coopera con las cosas creadas en toda acción, dirigiendo sus propiedades distintivas para hacerlas que actúen como actúan.

Este segundo aspecto de la providencia, concurrencia, es una expansión de la idea contenida en el primer aspecto, preservación. Es más, algunos teólogos (como Juan Calvino) tratan el hecho de la concurrencia bajo la categoría de preservación, pero es útil tratarlo como una categoría distinta.
En Efesios 1: 11 Pablo dice que Dios «hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad». La palabra que se traduce «hace» (energeo) indica que Dios «obra» o «produce» todas las cosas conforme a su voluntad. Nada de lo que sucede en la creación cae fuera de su providencia. Por supuesto, este hecho está oculto a nuestros ojos a menos que lo leamos en la Biblia.
Como la preservación, la obra de Dios en concurrencia no es claramente evidente partiendo de la observación del mundo natural que nos rodea.
Para dar prueba bíblica de la concurrencia empezaremos con la creación inanimada, luego pasaremos a los animales, y finalmente a diferentes clases de acontecimientos en la vida de los seres humanos.
1. CREACIÓN INANIMADA.
Hay muchas cosas en la creación de las que pensamos que son simples ocurrencias «naturales». Sin embargo la Biblia dice que Dios las hace suceder. Leemos de «el relámpago y el granizo, la nieve y la neblina, el viento tempestuoso que cumple su mandato» (Sal 148:8). De modo similar,
A La Nieve Le Ordena: "¡Cae Sobre La Tierra!", Y A La Lluvia: "¡Muestra Tu Poder!" Por El Aliento De Dios Se Forma El Hielo Y Se Congelan Las Masas De Agua. Con Agua De Lluvia Carga Las Nubes, Y Lanza Sus Relámpagos Desde Ellas; Y Éstas Van De Un Lado A Otro, Por Toda La Faz De La Tierra, Dispuestas A Cumplir Sus Mandatos. Por Su Bondad, Hace Que Vengan Las Nubes, Ya Sea Para Castigar O Para Bendecir. Job 37:6-13; Afirmaciones Similares En 38: 22-30).
De nuevo, el salmista declara que «El Señor hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos sus abismos» (Sal 135: 6), y luego en la próxima oración ilustra a Dios haciendo su voluntad en el clima: «Levanta las nubes desde los confines de la tierra; envía relámpagos con la lluvia y saca de sus depósitos a los vientos» (Sal 135: 7; 104: 4).
Dios también hace a la hierba crecer: «Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento» (Sal 104: 14). Dios dirige las estrellas en los cielos, y le pregunta a Job: «¿Puedes hacer que las constelaciones salgan a tiempo? ¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?» Job 38:32; el v. 31 se refiere a las constelaciones Pléyades y Orión).
Es más, Dios continuamente dirige la llegada de la mañana Job. 38:12), hecho que Jesús afirmó cuando dijo que Dios «hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mt 5:45).
2. ANIMALES.
La Biblia afirma que Dios alimenta a los animales salvajes del campo, porque «todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento. Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se colman de bienes. Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo» (Sal 104: 27-29; Job 38: 39-41).Jesús también afirmó esto cuando dijo: «Fíjense en las aves del cielo el Padre celestial las alimenta» (Mt 6: 26). Dijo que ni un solo gorrión «caerá a tierra sin que lo permita el Padre» (Mt 10: 29).
3. ACONTECIMIENTOS QUE AL PARECER SUCEDEN «AL AZAR» O «POR CASUALIDAD».
Desde la perspectiva humana, el echar suertes (o su equivalente moderno, lanzar los dados o echar una moneda al aire) es lo más típico de la casualidad en el universo. Pero la Biblia afirma que el resultado de tal cosa viene de Dios: «Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto proviene del Señor» (Pr 16: 33).
NOTA: Es cierto que Ec 9: 11 dice que «no es de los ligeros la carrera, ni de los valientes la batalla; y que tampoco de los sabios es el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los hábiles el favor, sino que el tiempo y la suerte les llegan.
4. ACONTECIMIENTOS PLENAMENTE CAUSADOS POR DIOS Y PLENAMENTE CAUSADOS TAMBIÉN POR LA CRIATURA.
A cualquiera de los eventos antedichos (lluvia y nieve, el crecimiento de la hierba, sol y estrellas, alimentación de los animales, y echar suertes) podríamos (por lo menos en teoría) darle una explicación «natural» completamente satisfactoria.
Un experto en botánica puede detallar los factores que hacen que la hierba crezca, tales como el sol, humedad, temperatura, nutrientes en el suelo, etc. Sin embargo la Biblia dice que Dios hace que la hierba crezca.
Un meteorólogo puede dar una explicación completa de los factores que causan la lluvia (humedad, temperatura, presión atmosférica, etc.), e incluso puede producir lluvia en un laboratorio climático. Sin embargo la Biblia dice que Dios hace que la lluvia caiga.
Un físico con información correcta sobre la fuerza y dirección en que se lanzó un par de dados podría explicar por completo lo que hizo que los dados dieran el resultado que dieron; sin embargo la Biblia dice que Dios determina la decisión de la suerte que se echa.
Esto nos muestra que es incorrecto que razonemos que sí sabemos la causa «natural» de algo en este mundo, Dios no lo causó. Más bien, si llueve debemos agradecérselo a él. Si el sembrío crece debemos agradecerle a él. En todos estos hechos no es como si fueran causados parcialmente por Dios y parcialmente por factores en el mundo creado. Si ese fuera el caso, siempre estaríamos buscando algún rasgo pequeño de algo que sucedió que no podríamos explicar (digamos el 1% de la causa) para atribuirlo a Dios. Pero ciertamente este no es un concepto correcto.
Más bien, estos pasajes afirman que Dios es quien produce tales acontecimientos.
Sin embargo sabemos que (en otro sentido) son también enteramente causados por factores de la creación.
La doctrina de la concurrencia afirma que Dios dirige, y obra mediante las propiedades particulares de cada cosa creada, así que estas cosas en sí mismas producen los resultados que vemos. Entonces es posible afirmar que en un sentido los acontecimientos son plenamente (cien por ciento) producidos por Dios y también plenamente (cien por ciento) producidos por la criatura. Sin embargo, las causas divinas y de las criaturas obran de maneras diferentes.
La causa divina de cada suceso actúa como una causa invisible que actúa y dirige detrás del escenario, y se podría llamar la «causa primaria» que planea e inicia todo lo que sucede. Pero lo creado produce acciones que concuerdan con las propiedades propias de lo creado, acciones que a menudo nosotros o los científicos profesionales que observan cuidadosamente los procesos podemos describir. Estos factores y propiedades de lo creado pueden, por consiguiente, llamarse causas «secundarias» de todo lo que sucede, aun cuando son las causas que son evidentes para nosotros al observar.
5. LOS ASUNTOS DE LAS NACIONES.
La Biblia también habla del control providencial de Dios de los asuntos humanos. Leemos que Dios «engrandece o destruye a las naciones; las hace prosperar o las dispersa» (Job 12: 23). «Porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones» (Sal 22: 28). Él ha determinado el tiempo de todos» (LBLA). Pero Michael Eaton correctamente observa: «En los labios del israelita "suerte" quiere decir lo inesperado, no lo que es al azar»
 La Existencia y el lugar de cada nación sobre la tierra, porque Pablo dice: «De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios» (Hch 17: 26; 14: 16). Y cuando Nabucodonosor se arrepintió, aprendió a alabar a Dios:

Su Dominio Es Eterno; Su Reino Permanece Para Siempre. Ninguno De Los Pueblos De La Tierra Merece Ser Tomado En Cuenta. Dios Hace Lo Que Quiere Con Los Poderes Celestiales Y Con Los Pueblos De La Tierra. No Hay Quien Se Oponga A Su Poder Ni Quien Le Pida Cuentas De Sus Actos (Dn 4: 34-35).