¿CUÁLES SON LAS «MARCAS DISTINTIVAS DE UN APÓSTOL?» EN 2ª CORINTIOS 12: 12?

INTRODUCCIÓN
¿Porqué, entonces, algunos aducen que los milagros fueron en forma singular las señales que distinguían a un apóstol? Se basan mayormente en 2ª Corintios 12: 12, en donde Pablo dice: «Entre vosotros se operaron las señales de un verdadero apóstol, con toda perseverancia, por medio de señales, prodigios, y milagros» (2ª Co 12: 12, LBLA). Dicen que esto implica que otros que no eran los apóstoles (o sus compañeros íntimos) no tenían esa autoridad o no podían realizar estas señales milagrosas.
 Además sostienen que los milagros cesaron cuando los apóstoles y sus asociados íntimos murieron. Por consiguiente, concluyen, que ya no se debe esperar más milagros hoy. (A los que sostienen esta posición a veces se les llama «cesacionistas», puesto que sostienen la «cesación» de milagros temprano en la historia del cristianismo).
Al considerar este asunto se debe recordar que un pasaje clave usado para establecer este punto, en donde Pablo habla de «las señales de un verdadero apóstol» en 2ª Corintios 12: 12, no está intentando demostrar que él es un apóstol a distinción de otros cristianos) que no eran apóstoles. Más bien está tratando de probar que él es un verdadero representante de Cristo a distinción de otros que «se disfrazan de apóstoles» (2ª Co 11: 13), representantes falsos de Cristo, siervos de Satanás que se disfrazaban de «servidores de la justicia» (2ª Co 11: 14-15).
En breve, el contraste no era entre apóstoles que realizaban milagros y creyentes ordinarios que no podían realizarlos, sino entre apóstoles cristianos genuinos por medio de los cuales el Espíritu Santo obraba e impostores que no eran cristianos y se decían apóstoles a través de los cuales el Espíritu Santo no obraba para nada. Por consiguiente, aun si entendemos que «las marcas distintivas de un apóstol» son los milagros, debemos reconocer que los que usan este pasaje para argumentar que hoy ya no se realizan milagros por medio de cristianos están tomando la frase «las marcas distintivas de un apóstol» fuera de su contexto y usándola de Una manera que no era la intención de Pablo. Pablo está distinguiéndose de los que no son cristianos, en tanto que ellos usan el pasaje para distinguir a Pablo de otros cristianos.
Es más, un examen más cuidadoso de 2ª Corintios 12: 12 muestra que es muy dudoso que la frase «marcas distintivas de un apóstol» en este pasaje quiera decir señales milagrosas. En este mismo versículo Pablo hace una distinción entre las «marcas distintivas de un apóstol» y los milagros, a los cuales llama «señales, prodigios y milagros», notando que los milagros se hacían junto con las señales de un apóstol: «Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros».
La última frase: «por señales, prodigios y milagros», junta tres términos que denotan milagros, y por consiguiente se debe referir a milagros (note «señales y prodigios» en Hch4: 30; 5: 12; 14: 3; 15: 12; Ro 15: 19; He 2. 4). Por consiguiente, la frase «marcas distintivas de un apóstol», se debe referir a algo diferente, algo que iba «acompañado por (hecho «por») señales y prodigios.
De hecho, aunque la palabra señal en el griego (semeion) a menudo se refería a milagros, tiene una variedad de significados mucho más amplia que simplemente milagro: semeion simplemente quiere decir «algo que indica o se refiere a algo diferente».'? En 2ª Corintios 12: 12, las «señales» de un apóstol se entienden mejor como todo lo que caracterizaba la misión apostólica de Pablo y que lo señalaban como un apóstol verdadero. No necesitamos adivinar cuales eran estas señales, porque en otros lugares de 2ª Corintios Pablo nos dice lo que lo caracterizaba como un apóstol verdadero:
NOTA: La gramática del texto griego nos obliga a esta distinción, puesto que «las marcas distintivas está en caso nominativo, en tanto que «señales, prodigios y milagros está en caso dativo, y por consiguiente, no puede ser simplemente una reafirmación de «marcas de un Apóstol» en aposición a ella; en el griego los sustantivos en aposición deben estar en el mismo caso. (La NVI ignora la gramática aquí y traduce las dos frases como si estuvieran en aposición: La RVR y LBLA son más precisas).
Se ha llamado «señales» a muchas cosas no milagrosas. Por ejemplo, la escritura del puño y letra de Pablo es su «señal» (2ª Ts 3: 17); la circuncisión es una «señal» de la justicia imputada a Abraham (Ro 4: 11); el beso de Judas es una «seña!» para los dirigentes Judíos (Mt 26: 48); el arco iris es Una «señal. Del pacto (Gn 9: 12); comer el pan sin levadura durante la Pascua cada año es una «señal» de la liberación del Señor (Éx 13: 9); el cordón de grana de Rahab es una «señal" que los espías le dijeron que colgara en su ventana (1 Clem. 12: 7).
1. Poder espiritual en el conflicto con el mal (10: 3-4,8-11; 13: 2-4, 10).
2. Celoso interés por el bienestar de las iglesias (11: 16).
3. Verdadero conocimiento de Jesús y su plan evangélico (11: 6).
4. Sostenimiento propio (desprendimiento) (11: 7-11).
5. No aprovecharse de las iglesias; y no maltratar físicamente a las personas (11: 20-21).
6. Soportar sufrimiento y adversidad por Cristo (11: 23-29).
7. Haber sido arrebatado al cielo (12: 1-6).
8. Contentamiento y fe para soportar una espina en el cuerpo (12: 7-9).
9. Obtener fuerza en la debilidad (12: 10).
El primer asunto podría haber incluido milagros, pero ciertamente ese no es el enfoque primordial de su referencia a las «marcas distintivas de un verdadero apóstol ».
Otra evidencia de que «las señales de un apóstol» en 2ª Corintios 12: 12 fueron todas estas cosas y no solo los milagros es el hecho de que Pablo dice: «Las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia» (RVR 1960). Ahora bien, tendría escaso sentido decir que los milagros se realizaron «en toda paciencia», porque muchos milagros sucedieron rápidamente, pero tendría mucho sentido decir que la paciencia de Pablo semejante a la de Cristo para soportar la adversidad por amor a los corintios se ejerció «en toda paciencia».
Debemos notar que en ninguna parte en esta lista Pablo afirma que los milagros demuestran su apostolado genuino. Es más, la mayoría de las cosas que menciona no lo distinguían de otros verdaderos cristianos. Pero estas cosas sí lo distinguen de los siervos de Satanás, apóstoles falsos que no tenían nada de cristianos.
NOTA: Entre los comentaristas modernos sobre 2 Corintios he hallado sólo tres que entienden las «señales de un verdadero Apóstol" en 2Co 12:12 como siendo los milagros: Colin Kruse, The Second Epistle of Paul to the Corinthians, TNTC (Inter-Varsity Press, Leicester y Eerdmans, Grand Rapids, 1987), p. 209; Jean Hering, The Second Epistle of Saint Paul to the Corinthians, trad. A. W. Heathcote y P.]. Allcock (Epworth, Londres, 1967), pp. 95-96; Y Murray Harris, «2ª Corinthians», EBC 10:398, lo toman de esa manera, pero ninguno de ellos da ningún argumento para sostener este punto de vista, y Harris nota que una noción altera fueron las vidas cambiadas de los corintios y el carácter de Pablo semejante a Cristo.
La mayoría de comentaristas entiende las «señales de un verdadero apósto¡" como teniendo un significado mucho más amplio, incluyendo las cualidades de la vida de Pablo y el carácter y resultados de su ministerio; vea Philip E. Hughes, Paul's Second Epistle to the Corinthians, NIC
Algunos de estos comentaristas entienden las «señales de un verdadero apóstol» como acompañada por milagros o incluyéndolos, pero ninguno entiende la frase refiriéndose primordial o exclusivamente a milagros.
La vida de estos no se caracterizaba por la humildad sino por el orgullo; no por el desprendimiento sino por el egoísmo; no por la generosidad sino por la codicia; no por tratar de buscar el provecho de otros sino por aprovecharse de los demás, no por poder espiritual en la debilidad fisica sino por la confianza en su fuerza natural; no por soportar sufrimiento y adversidad sino por procurar su propia comodidad y holganza.
Cuando Pablo actuaba de una manera cristiana entre ellos, sus acciones eran «señales» de que su afirmación de ser apóstol era una afirmación verdadera; por tanto, estas cosas eran (señales de un apóstol verdadero). En este contexto, las «señales» que caracterizaban a un verdadero apóstol no tienen que ser las señales que mostraban una diferencia absoluta entre él y los demás cristianos, sino cosas que mostraban que su ministerio era genuino, no como los ministerios falsos.
No les está diciendo a los corintios cómo distinguir entre un apóstol y otros cristianos (hizo eso en 1ª Co 9: 1-2; 15: 7-11; Gá 1: 1, 11-24, mencionando haber visto a Cristo resucitado y haber sido comisionado por Cristo como apóstol), sino que les está diciendo cómo reconocer lo que era un ministerio genuino y aprobado por Cristo.
¿Por qué entonces añade que todas estas señales de un verdadero apóstol se realizaron entre los corintios con «señales, prodigios y milagros»? Simplemente está añadiendo un factor adicional a todas las marcas anteriores de su apostolado genuino. Los milagros, por supuesto, tuvieron una función significativa al confirmar la verdad del mensaje de Pablo, y Pablo aquí hace explícito lo que los corintios podrían haber dado por sentado, o tal vez no, que estaba incluido en la frase «señales de un verdadero apóstol»; además de todas estas otras señales de un verdadero apóstol, su ministerio hacía demostraciones milagrosas del poder de Dios por igual.
Hay, sin embargo, otra razón muy significativa por la que los milagros no demostraban que alguien fuera apóstol. En el contexto mayor del Nuevo Testamento es claro que otros que no eran apóstoles también hicieron milagros, tales como por ejemplo Esteban (Hch 6: 8), Felipe (Hch 8: 6-7), cristianos en varias iglesias de Galacia (Gá 3: 5), y los que tenían dones de «milagros» en el cuerpo de Cristo en general (1ª Co 12: 10,28).
Los milagros como tales no se pueden considerar señales exclusivas de un apóstol. Es más a «los que hacen milagros» y a «los que sanan) en realidad se les distingue de los «apóstoles» en 1ª Corintios 12: 28: (En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos).
NOTA. Algunos intérpretes han dado por sentado que los falsos apóstoles estaban obrando milagros y aduciendo revelaciones de Dios, así que Pablo tendría que haber aducido milagros y revelaciones más grandes. Pero nada en 2ª Corintios dice que los falsos apóstoles aducían milagros o revelaciones.
El siguiente versículo también da confirmación de esta interpretación: Pablo dice: «¿En qué fueron ustedes inferiores a las demás iglesias? ...» (2Co 12: 13). El hecho de que a ellos no les faltaba nada en cuanto al cuidado y atención de Pablo les demostraría que las «señales de un verdadero apóstol fueron realizadas entre ellos solo si estas «señales» incluían todo el ministerio de Pablo para ellos, pero no si las «señales de un verdadero apóstol» eran simplemente milagros.
Evidencia similar se ve en Marcos 16: 17-18; aunque hay serias dudas en cuanto a la autenticidad este pasaje como parte del Evangelio de Marcos, 2 el texto con todo es muy antiguo y por lo menos da testimonio de una hebra de tradición dentro de la iglesia primitiva. Este texto informa que Jesús dijo:
Estas Señales Acompañarán A Los Que Crean: En Mi Nombre Expulsarán Demonios; Hablarán En Nuevas Lenguas; Tomarán En Sus Manos Serpientes; Y Cuando Beban Algo Venenoso, No Les Hará Daño Alguno; Pondrán Las Manos Sobre Los Enfermos, Y Éstos Recobrarán La Salud.
Aquí también se da por sentado que el poder de obrar milagros es posesión común de los cristianos. Los que escribieron y pasaron esta tradición temprana, tradición que pensaba que representaba la genuina enseñanza de Jesús, ciertamente no sabían nada de que los milagros estuvieran limitados a los apóstoles y sus asociados más íntimos.
Al argumento de que muchos otros cristianos en el Nuevo Testamento hicieron milagros a veces se responde que sólo los apóstoles y los que estuvieron íntimamente asociados con ellos, o aquellos sobre quienes los apóstoles impusieron las manos, podían hacer milagros. Sin embargo, esto en realidad prueba muy poco porque la historia del Nuevo Testamento es el relato de lo que fue hecho por medio de los apóstoles y los íntimamente asociados con ellos.
Un argumento similar se podría hacer en cuanto a la evangelización o la fundación de iglesias: «En el Nuevo Testamento sólo los apóstoles o sus asociados íntimos fundaron iglesias; por consiguiente, nosotros no debemos fundar iglesias hoy»; o «En el Nuevo Testamento sólo los apóstoles o sus asociados íntimos realizaron la obra misionera en otros países, por consiguiente no debemos hacer obra misionera en otros países hoy». Estas analogías muestran lo inadecuado del argumento; el Nuevo Testamento primordialmente muestra cómo la iglesia debe procurar actuar, y no como no debe procurar actuar.
Pero si muchos otros cristianos en toda la iglesia del primer siglo hicieron milagros en el poder del Espíritu Santo, el poder de hacer milagros no puede ser una señal que hace distinción entre los apóstoles y los demás cristianos.
NOTA: La evidencia de manuscritos y consideraciones de estilo sugieren que estos versículos no fueron parte original del Evangelio que Marcos escribió. (Vea la consideración de variantes textuales en las pp. 22Consta en varios manuscritos de Diatestaron de Taciano d.C.) Y lo citan Ireneo (m. d.C.) y Tertuliano (m. d.C.).
Estoy agradecido al profesor. Profesor Harold Hoehner del Dallas Theological Seminary por sugerirme los argumentos que presento aquí respecto a Ca y Mr (aunque él tal vez discrepe con mi conclusión en esta sección).
LA DEFINICIÓN RESTRICTIVA DE MILAGROS QUE DA NORMAN GEISLER.
Un intento más reciente de negar que los milagros ocurren hoy 10 ha hecho Norman Geisler.25 Geisler tiene una definición de milagro mucho más restrictiva que la que se presenta en este capítulo, y usa esa definición para argumentar en contra de la posibilidad de milagros contemporáneos. Geisler dice que «los milagros
(1) siempre tienen éxito,
(2) son inmediatos,
(3) no tienen recaídas, y;
(4) dan confirmación del mensajero de Dios» 
Halla respaldo para esta tesis principalmente en el ministerio de Jesús, pero cuando pasa más allá de la vida de Jesús e intenta mostrar que otros que tuvieron el poder de obrar milagros nunca tuvieron éxito, su tesis es mucho menos convincente. Con respecto al muchacho endemoniado a quien los discípulos no pudieron librar del demonio (Mt 17: 14-21), Geisler dice que fue que «los discípulos se olvidaron por el momento de ejercer fielmente el poder que Jesús ya les había dado»  
Pero éste argumento no persuade; Geisler dice que el poder de obrar milagros ya había tenido éxito, y cuando la Biblia habla de alguien que no tuvo éxito (y que contradice su tesis) simplemente dice que «se olvidaron». Jesús, sin embargo, da una razón diferente: «Porque ustedes tienen tan poca fe» (Mt 17: 20). La fe menor que tenían resultó en menor poder para obrar milagros.
Con respecto al hecho de que Pablo no pudo curar a Epafrodito (Flp 2: 27), Geisler se ve obligado a hacer la dudosa afirmación de que tal vez Pablo nunca intentó sanar a Epafrodito (aunque él había ido a verlo en la cárcel y se enfermó tan gravemente que casi se muere), o que Pablo no tenía ya el don de sanidad por el momento» Emplea la misma argumentación para explicar el hecho de que Pablo dejó a Trófimo enfermo en Mileto (2ª Ti 4: 20).
En estas instancias Geisler va más allá de la usual afirmación cesacionista de que los milagros terminaron con la muerte de los apóstoles; y aduce que los milagros cesaron en la vida del más grande apóstol antes de su primer encarcelamiento de Roma. Esto es simplemente un argumento nada convincente respecto al apóstol cuyo ministerio repetidamente se caracterizó por «poderosas señales y milagros, por el poder del Espíritu de Dios» (Ro 15: 19), y que pudo decir triunfalmente en su última epístola: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe» (2ª Ti 4: 7).
La descripción que da Geisler de los milagros la encaja en el caso del ciego sobre el cual Jesús puso las manos, porque al principio del hombre no veía claramente, sino que dijo que veía a los hombres y que «parecen árboles que caminan».
Después de que Jesús le puso las manos encima por segunda vez, el hombre «comenzó a ver todo con claridad» (Mr 8:24-25). Geisler responde que fue la intención de Jesús sanar en dos etapas, enseñar a los discípulos usando una lección objetiva en cuanto al crecimiento gradual en sus vidas espirituales.
Aunque el pasaje no dice nada a este efecto, puede haber sido verdad, pero incluso así eso niega la tesis de Geisler, porque si fue la intención de Jesús sanar en dos etapas entonces, hoy podría ser su intención sanar a las personas en dos etapas; o en tres, cuatro o más etapas. Una vez que Geisler reconoce que puede haber sido la intención de Dios hacer milagros en etapas, a fin de lograr sus propósitos, toda su afirmación de que los milagros deben ser inmediatos y completos se pierde.
En lugar de aceptar la definición de Geisler, parece ser mejor concluir que incluso los que tienen los dones de Dios con la capacidad de realizar milagros tal vez no puedan realizarlos cada vez que quieren, porque el Espíritu Santo continuamente está repartiéndolos a cada persona «según éllo determina» (1ª Co 12: 11; la palabra reparte en griego es un participio presente indica una actividad continua del Espíritu Santo).
NOTA: Geisler también tiene mucha dificultad para explicar Marcos 5: 8 (en donde Jesús les ordenó a los demonios más de una vez que salgan) y Marcos 6: 5 (en donde el pasaje dice que Jesús no pudo hacer ningún milagro en Nazaret debido a la incredulidad de los pobladores allí)

Es más, parece no haber razón para excluir (como evidentemente Geisler quiere hacerlo) las respuestas inusua1es o notorias a la oración de la categoría de «milagro», haciendo de este modo la definición extremadamente restrictiva. Si Dios responde a la oración persistente, por ejemplo, por una curación fisica para la cual no hay explicación médica conocida, y lo hace después de varios meses o años de oración, pero lo hace de tal manera que parece ser muy claro que es en respuesta a la oración para que las personas queden asombradas y glorifiquen a Dios, no parece haber razón para negar que ha ocurrido un milagro solo porque las oraciones anteriores no fueron contestadas de inmediato. Por último, Geisler no reconoce que varios pasajes del Nuevo Testamento indican que los dones espirituales, sean milagrosos o no milagrosos por naturaleza, pueden variar en fuerza o grados de intensidad.