HEBREOS 2: 3-4.

INTRODUCCIÓN
Otro pasaje que a veces se usa para respaldar la idea de que los milagros estuvieron limitados a los apóstoles y a sus asociados íntimos es Hebreos 2: 3-4. Allí el autor dice que la salvación «fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. A la vez, Dios ratificó su testimonio'· acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad».
Puesto que aquí se dice que los milagros llegaron por medio de los que oyeron de primera mano al Señor (los que la oyeron), se dice que no debemos esperar que sean realizados hoy por medio de otros que no fueron testigos oculares de la enseñanza y ministerio del Señor.
Pero este argumento también intenta extraer del pasaje más de lo que está allí.
Primero, la frase «los que la oyeron» (Heb 2: 3) ciertamente no está limitada a los apóstoles, porque muchos otros oyeron también a Jesús. Pero, más importante, esta posición aduce algo que el texto no dice: el hecho de que;
(1) El mensaje del evangelio fue confirmado por milagros cuando lo predicaron los que oyeron a Jesús no dice nada de;
(2) Si sería confirmado por milagros cuando lo predicaran otros que no oyeron a Jesús. Finalmente, este pasaje dice que el mensaje fue confirmado no sólo por «señales, prodigios, diversos milagros» sino también por «dones distribuidos por el Espíritu Santo».
Si alguien aduce que este pasaje limita los milagros a los apóstoles y sus compañeros, también debe aducir que los dones del Espíritu Santo de igual manera estuvieron limitados a la iglesia del primer siglo.
Pero pocos argumentarían que no hay dones del Espíritu hoy.
NOTA: La traducción KJV en inglés traduce: «Dios también les dio testimonio, con señales y prodigios» Esta traducción sugiere que los milagros dieron testimonio a los que oyeron a Jesús y predicaron al principio. Pero la palabra «a ellos» no aparece en el texto griego, y esta traducción no sigue ninguna de las versiones modernas.
Así Chantry, Signs ofthe Apostles, pp. 18-19: «Los milagros del Nuevo Testamento se ven en la misma Biblia como el sello de Dios de aprobación sobre los apóstoles, que fue un registro inspirado de las cosas que ellos habían visto y oído mientras estuvieron con Jesús. El recuerdo de estas maravillas debería profundizar nuestro respeto por la autoridad de sus palabras e impulsamos a darles atención más cuidadosa».
CONCLUSIÓN: ¿ESTUVIERON LOS MILAGROS RESTRINGIDOS A LOS APÓSTOLES?
Si el ministerio en el poder y gloria del Espíritu Santo es característica de la edad del nuevo pacto (2ª Co 3:1-4: 18), nuestra expectación debería ser precisamente lo opuesto: esperaríamos que la segunda, tercera y cuarta generación de cristianos que también conocen a Cristo y el poder de su resurrección (Flp 3: 10), que están siendo continuamente llenos del Espíritu Santo (Ef. 5: 17), que participan en una guerra que no es de este mundo, sino que se realiza con armas que tienen poder divino para destruir fortalezas (2ª Co 10: 3-4), a los que no se les ha dado un espíritu de timidez sino «de poder, de amor y de dominio propio» (2ª Ti 1: 7), que son fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza, y que se han puesto toda la armadura de Dios a fin de poder resistir contra principados y potestades, y huestes espirituales de maldad en regiones celestiales (Ef 6:10-12), también tendrán la capacidad de ministrar el evangelio no sólo en verdad y amor sino también acompañados de demostraciones milagrosas del poder de Dios.
Es dificil ver, de las páginas del Nuevo Testamento, alguna razón por la que sólo la predicación de los apóstoles debe hacerse «no con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder del Espíritu, para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana sino del poder de Dios» (1ª Co 2: 4-5).
Aunque en efecto parece haber habido una concentración inusual de poder milagroso en el ministerio de los apóstoles, esto no es razón para pensar que habría pocos o ningún milagro después de la muerte de ellos. Más bien, los discípulos fueron los dirigentes en una iglesia del nuevo pacto cuya vida y mensaje se caracterizó por el poder del Espíritu Santo que obraba de maneras milagrosas.
Es más, ellos fijaron un patrón que la iglesia en toda su historia haría bien en tratar de imitar en su propia vida, por cuanto Dios el Espíritu se complace en hacer milagros para la edificación de la iglesia.
NOTA: 0tro argumento que limita los milagros al primer siglo se basa en la afirmación de que algunos milagros, tales como el don de profecía, siempre da nueva revelación de calidad bíblica. Ese argumento se considera en detalle en los capítulos 52-53,

8in embargo, los cristianos deben usar mucha cautela y extremo cuidado para informar con precisión los milagros sí ocurren. Mucho daño se puede hacer al evangelio si los cristianos exageran o distorsionan, aunque sea en pequeños detalles, los hechos de una situación en donde ha ocurrido un milagro. El poder del Espíritu Santo es grande lo suficiente para obrar como él quiera, y nunca debemos «embellecen, los hechos reales de la situación simplemente para hacer que suene incluso más emocionante de lo que en realidad fue. Dios hace exactamente lo que le complace hacer en cada situación.