Muchos dentro del mundo evangélico hallarán convincentes estos cuatro argumentos arminianos.
Opinan que estos argumentos representan lo que intuitivamente saben respecto a
sí mismos, sus propias acciones y la manera que funciona el mundo, y estos
argumentos explican mejor el repetido énfasis en la Biblia sobre nuestra
responsabilidad y las consecuencias reales de nuestras decisiones. Sin embargo,
hay algunas respuestas que se pueden dar a la posición arminiana.
1. ¿SON ESTOS PASAJES BÍBLICOS EJEMPLOS INUSUALES, O EN EFECTO DESCRIBEN
LA MANERA EN QUE DIOS SUELE OBRAR?
En
respuesta a la objeción de que los ejemplos del control providencial de Dios
sólo se refieren a acontecimientos limitados o específicos, se puede decir,
primero, que los ejemplos son demasiado numerosos (vea pp. 330-41) que parecen
ser diseñados para describimos las maneras en que Dios siempre obra. Dios no
solo hace que algo de la hierba crezca; él hace que toda la hierba crezca.
Él no
solo envía algo de lluvia; él envía toda la lluvia. Él no solo impide que
algunos gorriones caigan a la tierra sin su voluntad; él guarda a todos los
gorriones de caer a la tierra sin su voluntad. Él no sólo sabía toda palabra
que iba a decir David antes que la dijera; él conoce las palabras que decimos
antes de que las digamos. Él no solo escogió a Pablo y a los cristianos de las
iglesias de Éfeso para que sean santos e intachables delante de él; él ha
escogido a todos los cristianos para que sean santos e intachables delante de
él.
Por
esto la afirmación de Cottrell de que Dios estaba obrando en forma diferente en
Australia y en Sudamérica que en el Antiguo Testamento no es nada convincente;
se nos dio la Biblia para enseñarnos los caminos de Dios, y cuando tenemos
docenas de ejemplos por todo el Antiguo y Nuevo Testamentos en donde hay una
enseñanza tan clara sobre esto, es apropiado que concluyamos que esta es la
manera en que Dios siempre actúa con los seres humanos.
En
contraste, no parece haber nada en la Biblia que indique que algunas cosas
están fuera del control providencial de Dios, o que estas maneras de actuar de
Dios son inusuales o no representativas de las maneras en que actúa por lo
general.
Es
más, muchos de los versículos que hablan de la providencia de Dios son muy generales:
Cristo «continuamente sustenta todas las cosas por la palabra de su poder» (Heb
1: 3, traducción del autor), y «todas las cosas en él subsisten» (Col1: 17, RVR
1960). «En él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17:28). Él «hace todas las
cosas conforme al designio de su voluntad» (Ef 1: 11).
EL alimento
(Mt 6: 11), suple todas nuestras necesidades (Flp 4: 19), dirige nuestros pasos
(Pr 20: 24) y obra en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad (Flp 2:
13). Tales pasajes bíblicos tienen en vista más que ejemplos excepcionales de
intervención nada usual de Dios en los asuntos de los seres humanos; describen
la manera en que Dios siempre obra en el mundo.
NOTA: Jack Cottrell, «The Nature ofthe Divine
Sovereignty», arguye que el contexto de Ef1:11 muestra que no incluye todas las
cosas del universo sino que está restringido a un enfoque específico: «Este
enfoque es "el misterio de su voluntad" (1:9), que es unir a judíos y
a gentiles en un cuerpo, la iglesia (3: 6). Así, dice, el versículo sólo «se
refiere a "todas las cosas" requeridas para unir a judíos y a
gentiles bajo una Cabeza en un cuerpo» (p. 116).
Pero este argumento no es convincente. Cottrell
deben saltar a Ef3:6 para hallar la restricción contextual que busca para
«todas las cosas» en 1: l. Al hacer esto ignora el alcance claramente cósmico
del contexto que se define en el versículo inmediatamente anterior, versículo
que se halla en la misma oración en el texto griego: para llevarlo a cabo
cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas [ta panta], tanto
las del cielo como las de la tierra» (Ef 1: 10).
Todas las cosas en el cielo y en la tierra incluyen
todo el universo. Ef. 1:21-22 explica adicionalmente que Dios ha exaltado a
Cristo «muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, Dios
sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la
iglesia». De nuevo, el alcance es universal. El Sudamérka
2. ¿HACE LA DOCTRINA CALVINISTA DE LA PROVIDENCIA DE DIOS RESPONSABLE A
DIOS POR EL PECADO?
En
contra del concepto calvinista de la providencia de Dios (que permite que él
decrete permitir el pecado y el mal) los arminianos dirían que Dios no es responsable
del pecado y el mal porque él no los ordenó ni los causó de ninguna manera».
Esto es en verdad una manera de absolver a Dios de toda responsabilidad y culpa
en cuanto al pecado, pero ¿es la manera bíblica?
El
problema es si la posición arminiana puede de verdad explicar los muchos pasajes
que claramente dicen que Dios ordena que algunos pequen o hagan el mal. La
muerte de Cristo es el principal ejemplo de esto, pero hay muchos otros en la
Biblia (los hermanos de José, el faraón, los egipcios, los cananeos, los hijos
de Elí, el censo de David y los babilonios, para mencionar unos pocos).
Se
podría decir que estos fueron eventos inusuales, excepciones a la manera
ordinaria de actuar de Dios. Pero eso no resuelve el problema, porque, en el
concepto arminiano, ¿cómo puede Dios ser santo si ordena aunque sea un solo acto
de pecado?
La
posición calvinista parece preferible; Dios mismo nunca peca pero siempre ejecuta
su voluntad mediante causas secundarias; es decir, por medio de agentes
personales morales que voluntariamente hacen lo que Dios ha ordenado. Estos
agentes morales personales (tanto seres humanos como ángeles malos) cargan con
la culpa del mal que hacen.
En
tanto que la posición arminiana objeta que, a nivel humano, las personas son
también responsables por lo que hacen que otros hagan, podemos responder que la
Biblia no está dispuesta a aplicar tal razonamiento a Dios.
Más
bien, la Biblia repetidas veces da ejemplos en donde Dios de una manera
misteriosa y oculta de alguna manera ordena que las personas hagan el mal, pero
siempre asigna la culpa de ese mal al ser humano individual que hace el mal y
nunca a Dios mismo.
La
posición arminiana parece no haber logrado mostrar por qué Dios no puede obrar
de esta manera en el mundo, preservando tanto su santidad como nuestra
responsabilidad individual humana por el pecado.